En la tarde del pasado sábado 17 de marzo tuvo lugar la ruta senderista-infantil “El granero del Bronce”.
Poco después de las 16:30, reunidos los jóvenes participantes y sus acompañantes en la Pata del Buey, comenzaban su extraordinario caminar hacia el pasado más remoto de nuestro pueblo. Y lo hacían tomando en una alegre comitiva el camino de la solana, que sirvió en esta ocasión de ruta para, atravesando el túnel del tiempo, llegar 4.000 años atrás. Como en aquel tiempo, los niños pudieron disfrutar de las extraordinarias vistas que ofrece el Cerro del Castillo y de su atractivo natural, pese a la sequía y a la voracidad caprina que, pelando la ladera, se diría quieren convertirla en un paisaje lunar. La tarde se mantuvo, más frío que calor; viento el justo… mientras la chiquillería, andando, trotando y aun corriendo, entre voces y “a ver quién tiras la piedras más lejos”, hacía perder los nervios a más de un paciente pescador de orilla.
De pronto, un niño como ellos… pero de la Edad del Bronce, salió al encuentro y en las demudadas caras de los jóvenes senderistas se reflejó, inocente, la sorpresa. De su mano, y haciendo un corro en torno a los restos arqueológicos del segundo milenio antes de Cristo, la prehistoria alangeña fue recobrando vida. Ante el silencio y la atenta mirada de los chiquillos –y también de sus acompañantes, que no perdieron detalle– la vida cotidiana de la Edad del Bronce fue recreada en varias escenas: el trabajo manual del alfarero; la molienda del cereal por una mujer; el acarreo de la leña para alimentar los fuegos; la elaboración de la comida y el cuidado de los niños; el almacenamiento de los sacos con trigo en el granero… Satisfecha la curiosidad de algunos niños, que se preguntaron cómo confeccionaban sus vestidos o los objetos de bronce, como la espada que el jefe del poblado exhibía, éste les invitó a proseguir su paseo hasta la presa, donde una reparadora merienda les haría recobrar fuerzas antes de emprender el regreso al presente. También les recordó –y esto es lo más importante, sin duda, que se dijo esa tarde– que ellos son el futuro y que a ellos les corresponde cuidar del rico patrimonio arqueológico y cultural de Alange, para que pueda seguir siendo disfrutado por todos. Sabias palabras, que fueron recompensadas con un sonoro aplauso.
Autor del texto Nacho Pavón Soldevila
El puñal de bronce y oro del jefe del poblado...
Fotografía de José María Benitez Carroza
El granero un día de ruta...
No hay comentarios:
Publicar un comentario