lunes, 5 de noviembre de 2012

GENIAL CONVIVENCIA EN VILLAGONZALO

Una mañana en la que el cielo se mostraba muy feroz, un pequeño grupito de aventuremos formados por Beli, Fefa, Toñi, José y su nieta Cármen se animaron a viajar hacia la vecina Villa de Don Gonzalo Mexía (Maestre Santiaguista de la Encomienda de Alange), pero ¡qué viaje! Diez kilómetros que parecieron veinte. El cielo descargó con fuerzas tanta agua que los olivares se convirtieron en arrozales y los regatos y cunetas no daban abasto para recoger toda la que bajaba desde la Sierra de Peñas Blancas.
 
Pero bueno, llegaron a su destino sanos y a salvo, con la gran desilusión de que no iban a poder disfrutar este año del maravilloso crucero en tractor-barca por la Guadiana. La ruta se suspendía pero se animaba a todo el asistente a disfrutar de la convivencia que tenían preparada.
 
Unos paseos por las grandes y llanas avenidas de la Villa (nada que ver con las estrechas y tortuosas cuestonas de Alange) admirando aquella arquitectura de casas bajitas intercaladas con enormes casonas de fachadas señoriales de estilo modernistas, hasta abrírseles el apetito al llegarles aroma a churros, por lo que descansaron y los tomaron con café por la Calle Cruces.
 
Pasadas las doce del mediodía, el grupo creció ya que aparecieron Milagros, Manolo, sus hijos Alba y Manuel, además del presidente recibido por la fotógrafa en la entrada la nave donde la barbacoa se alimentaba de panceta y chorizo. Menuda fiesta con comida casera, bebida, risas, conversaciones sobre futuros planes y mucho baile con Dj Porro con el que hicieron un recorrido por la música de los 80, los 90 y la más actual. ¡Fascinante!
 
Y como la tarde estaba ideal para continuar el paseo, los alangeños acompañados de la amiga Santi, recorrieron la orilla del Guadiana pasando por el lugar donde estuvo la estación del tren, la antigua fábrica de luz y la panificadora, un observatorio de aves y la Ermita de San Isidro, llamándoles mucho la atención cómo bajaba el río de crecido y cómo nadaba el dichoso “camalote” con la fuerza de la corriente.
 
Los alangeños se despidieron de los galapagueros dándoles la enhorabuena porque, aunque la lluvia no permitió hacer la ruta, la fiesta fue todo un éxito un año más y prometieron volver a repetir en la próxima edición.
 
José María Benítez Carroza
























Fotografías de José María Benitez Carroza


























Fotografías de Fefa Corbacho Barrero

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