Ocho y media de la mañana, unas 15 personas nos disponíamos a pasar un día con el club de senderismo de Guareña, haciendo la ruta de “La cueva de la Charneca”, en la localidad de Oliva de Mérida.
Después de hacernos la tradicional foto de grupo y del recibimiento del alcalde de la localidad, nos dispusimos a emprender nuestra ruta. Bonitos paisajes (done abundan olivares y dehesas) nos sorprendían por una ruta que nos hacía pensar que iba a ser algo más fácil de lo habitual, pistas llanas, atravesar alguna finca, nada de complicaciones para nuestros senderistas, hasta que llegamos al punto de avituallamiento.
Tras un pequeño descanso, y de escuchar la historia de las cuevas, nos dispusimos a subir a ellas, ahí fue nuestra sorpresa, tuvimos que subir por la ladera de la sierra para llegar a lo más alto, con unas pero mereció la pena, pues disfrutamos de impresionantes vistas impresionantes de toda la zona.
Como anécdota, para la mayoría de los senderistas fue una sorpresa el tener que emplear una soga para poder entrar a alguna de las cuevas, pero este segundo esfuerzo, también mereció la pena ya que las cuevas son preciosas, y todo esto nos hizo plantearnos ¿cómo podían los prehistóricos andar por estos terrenos sin botas, sin bastón, sin soga…?
Tras las tradicionales fotos de recuerdo para demostrar que todos subimos hasta allí, emprendimos de nuevo la bajada, haciéndose más corta que la subida y con algún culazo gracioso.
Al regresar al pueblo de la Oliva, compartimos experiencias y unas cañas con nuestros amigos de Guareña, planificando nuevas actividades para poder seguir disfrutando de buenos ratos de convivencia.
Nicolás Megías.
Después de hacernos la tradicional foto de grupo y del recibimiento del alcalde de la localidad, nos dispusimos a emprender nuestra ruta. Bonitos paisajes (done abundan olivares y dehesas) nos sorprendían por una ruta que nos hacía pensar que iba a ser algo más fácil de lo habitual, pistas llanas, atravesar alguna finca, nada de complicaciones para nuestros senderistas, hasta que llegamos al punto de avituallamiento.
Tras un pequeño descanso, y de escuchar la historia de las cuevas, nos dispusimos a subir a ellas, ahí fue nuestra sorpresa, tuvimos que subir por la ladera de la sierra para llegar a lo más alto, con unas pero mereció la pena, pues disfrutamos de impresionantes vistas impresionantes de toda la zona.
Como anécdota, para la mayoría de los senderistas fue una sorpresa el tener que emplear una soga para poder entrar a alguna de las cuevas, pero este segundo esfuerzo, también mereció la pena ya que las cuevas son preciosas, y todo esto nos hizo plantearnos ¿cómo podían los prehistóricos andar por estos terrenos sin botas, sin bastón, sin soga…?
Tras las tradicionales fotos de recuerdo para demostrar que todos subimos hasta allí, emprendimos de nuevo la bajada, haciéndose más corta que la subida y con algún culazo gracioso.
Al regresar al pueblo de la Oliva, compartimos experiencias y unas cañas con nuestros amigos de Guareña, planificando nuevas actividades para poder seguir disfrutando de buenos ratos de convivencia.
Nicolás Megías.
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