Unos minutos pasaban de las diez de la mañana, con una temperatura que nos hacía recordar que seguíamos en invierno, alimentándonos de dulces caseros y bebiendo unos zumos esperábamos a los más rezagados. Después de juntarnos unos cincuenta socios, entre mayores, niños, algunos perros y una pequeña representación del Club de Senderismo de La Zarza, nos dispusimos a emprender nuestra primera ruta dedicada al almendro en flor, adentrándonos por el casco urbano, pasando por algunas de las calles más singulares como es la Calle Almendros o la Calle Baños, viendo su pilar aún con placas de hielo, nos llevo hasta las Minas del Tierroblanquero, para continuar hasta el Valle de la Jabata, donde nos recibieron las flores de algunos, ya que aún no estaban todos florecidos.
Como siempre el mirador natural no nos dejo de sorprender con sus maravillosas vistas donde hicimos un pequeño descanso, para comer y disfrutar de ellas. Continuamos nuestro camino siguiendo una “particular señalización” para llegar al valle Pedro, sorprendiéndonos con algunos chalets allí construidos. Y poco a poco, camino del pueblo, nos íbamos acercando de nuevo a nuestra “sede”.
Durante la ruta hubo tiempo para degustar algunos caramelos, regalados por nuestro amigo Paco, y compartir anécdotas como la que protagonizó la cola del grupo con unos instantes de pérdida, incluso se llegó a ver alguna charca congelada, y como no olvidar, los rebaños de corderos y cabras, que llamó la atención tanto de grandes como de pequeños.
En definitiva, una jornada para repetir.
Nicolás Megías.
Como siempre el mirador natural no nos dejo de sorprender con sus maravillosas vistas donde hicimos un pequeño descanso, para comer y disfrutar de ellas. Continuamos nuestro camino siguiendo una “particular señalización” para llegar al valle Pedro, sorprendiéndonos con algunos chalets allí construidos. Y poco a poco, camino del pueblo, nos íbamos acercando de nuevo a nuestra “sede”.
Durante la ruta hubo tiempo para degustar algunos caramelos, regalados por nuestro amigo Paco, y compartir anécdotas como la que protagonizó la cola del grupo con unos instantes de pérdida, incluso se llegó a ver alguna charca congelada, y como no olvidar, los rebaños de corderos y cabras, que llamó la atención tanto de grandes como de pequeños.
En definitiva, una jornada para repetir.
Nicolás Megías.
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