lunes, 26 de marzo de 2012

ASÍ NOS FUE POR LOS VALDEARENALES...

Ocho y cuarto de la mañana y a pesar de haber dormido una hora menos por cuestiones de cambio horario, más de veinte miembros de nuestro club, nos dispusimos de nuevo a realizar otra de ruta fuera de nuestra localidad, en esta ocasión nos encaminábamos hacia Guareña.

Tras llegar a un bonito merendero y haciendo la tradicional foto de grupo, arrancamos camino de Valdearenales. 18 Km nos esperaban.

Una ruta bastante fácil a excepción de una pequeña subida que nos proporcionaba una bonita panorámica de la cercana localidad de Oliva de Mérida.

Caminábamos rodeados de encinas, jaras y chalets, hasta que tocó la hora de descansar un poco y de reponer fuerzas con un buen avituallamiento.

Poco a poco nos acercábamos a la meta y nos iba llegando un aroma muy rico, como de comida casera. La sorpresa fue muy especial, uno o dos o tres platos por persona de caldereta hecha en el campo. Enhorabuena a ese cocinero y a sus pinches porque estaba de lujo.

Desde aquí animamos al Club de Senderismo Valdearenales para que siga así porque en ésta, su primera ruta oficial se ha notado que ha habido cooperación, buena convivencia y ganas porque en la próxima edición salga igual o mejor.

Enhorabuena desde “Pata del Buey”









Autor de las Fotografias Nicolás Megías









Autor de las fotografías Club de Senderismo Valdearenales de Guareña

domingo, 18 de marzo de 2012

EL GRANERO DEL BRONCE REVIVIÓ

En la tarde del pasado sábado 17 de marzo tuvo lugar la ruta senderista-infantil “El granero del Bronce”.

Poco después de las 16:30, reunidos los jóvenes participantes y sus acompañantes en la Pata del Buey, comenzaban su extraordinario caminar hacia el pasado más remoto de nuestro pueblo. Y lo hacían tomando en una alegre comitiva el camino de la solana, que sirvió en esta ocasión de ruta para, atravesando el túnel del tiempo, llegar 4.000 años atrás. Como en aquel tiempo, los niños pudieron disfrutar de las extraordinarias vistas que ofrece el Cerro del Castillo y de su atractivo natural, pese a la sequía y a la voracidad caprina que, pelando la ladera, se diría quieren convertirla en un paisaje lunar. La tarde se mantuvo, más frío que calor; viento el justo… mientras la chiquillería, andando, trotando y aun corriendo, entre voces y “a ver quién tiras la piedras más lejos”, hacía perder los nervios a más de un paciente pescador de orilla.

De pronto, un niño como ellos… pero de la Edad del Bronce, salió al encuentro y en las demudadas caras de los jóvenes senderistas se reflejó, inocente, la sorpresa. De su mano, y haciendo un corro en torno a los restos arqueológicos del segundo milenio antes de Cristo, la prehistoria alangeña fue recobrando vida. Ante el silencio y la atenta mirada de los chiquillos –y también de sus acompañantes, que no perdieron detalle– la vida cotidiana de la Edad del Bronce fue recreada en varias escenas: el trabajo manual del alfarero; la molienda del cereal por una mujer; el acarreo de la leña para alimentar los fuegos; la elaboración de la comida y el cuidado de los niños; el almacenamiento de los sacos con trigo en el granero… Satisfecha la curiosidad de algunos niños, que se preguntaron cómo confeccionaban sus vestidos o los objetos de bronce, como la espada que el jefe del poblado exhibía, éste les invitó a proseguir su paseo hasta la presa, donde una reparadora merienda les haría recobrar fuerzas antes de emprender el regreso al presente. También les recordó –y esto es lo más importante, sin duda, que se dijo esa tarde– que ellos son el futuro y que a ellos les corresponde cuidar del rico patrimonio arqueológico y cultural de Alange, para que pueda seguir siendo disfrutado por todos. Sabias palabras, que fueron recompensadas con un sonoro aplauso.

Autor del texto Nacho Pavón Soldevila

El granero un día normal...




Fotografía de José María Benitez Carroza

El puñal de bronce y oro del jefe del poblado...



Fotografía de José María Benitez Carroza

El granero un día de ruta...





Fotografías de María del Carmen Méndez.










Fotografías de Nacho Pavón Soldevila



















Fotografías de Fefa Corbacho Barrero










Fotografías de Nicolás Megías